Bebés, niños, niñas y adolescentes y sus familias.

Nuestras áreas de intervención incorporan el trabajo directo con la familia, además del equipo médico y escolar, brindando un abordaje integral.

A continuación, se entrega una breve descripción de cada patología, y ejemplos de cada caso, con el fin de orientar a los padres en la oportuna evaluación y tratamiento de sus hijos e hijas:


 

 Enlentecimiento en la maduración del sistema nervioso, que afecta la adquisición de habilidades en las áreas: motriz, emocional-social, lenguaje y comunicación y/o habilidades cognitivas. Este retraso podrá interferir en su generalidad en el desarrollo del niño o la niña o expresarse mayormente en un área específica.


Ejemplos: 


Retraso en la adquisición de habilidades motrices finas, que se expresa como una mayor dificultad en el manejo del propio cuerpo durante la ejecución de actividades que requieren de mayor precisión, por ejemplo, en el manejo de herramientas finas de trabajo y manipulación de objetos pequeños. Algunos indicadores son:


- Dificultad para adquirir la marcha independiente.

-       Dificultad para tomar correctamente lápiz o tijera.

- Dificultad para iniciar la escritura.

- Pobre graduación de la fuerza y dirección de los movimientos, observándose un tamaño inadecuado en sus trazos.

- Dificultad en el corte con tijeras.

- Dificultad en el respeto de márgenes al colorear.

- Torpeza en actividades como ensartar cuentas, modelar plasticina, atar cordones, abotonar, etc.


La adquisición del lenguaje y el habla se produce de manera progresiva, en la medida en que los niños y niñas se relacionan con un entorno que utiliza habitualmente el lenguaje expresivo como medio de comunicación. Inicialmente comienzan con la realización de sonidos, que transforman en sílabas, a las cuales, empiezan a dar significado para la emisión de palabras aisladas, y posteriormente frases y oraciones.


El retraso del desarrollo del lenguaje es el término utilizado universalmente en niñas y niños entre 18 y 36 meses, para referirse a aquellos que no alcanzan las pautas mínimas esperadas para su edad y género. Evidencian un proceso enlentecido, pero habitualmente la comprensión contextual está conservada, es decir, el niño es capaz de entender órdenes, pequeñas instrucciones, y se desenvuelve de manera funcional, comunicándose generalmente de modo gestual-corporal, a través de señalamiento, satisfaciendo sus necesidades de manera independiente y/o llevando al adulto al elemento que desea; todas estas situaciones suelen perpetuar otros tipos de comunicación por sobre la verbal, pues el medio no le exige al niño o niña expresarse de manera oral.


Un ejemplo se produce en un niño o niña que, a la edad de 2 años, sólo se comunica con palabras muy sencillas (en estructura y longitud), del tipo: “mamá”, “papá” o “pan”, y apoya lo anterior con gestos. Además, a los 2 años se espera que ya estén empleando consistentemente expresiones de 2 palabras, del tipo: “dame pan” o “papá ven”, evento que no ocurre en el retraso del lenguaje, donde predominan las palabras aisladas. En el aspecto semántico, o de vocabulario, suele ocurrir que emplean el nombre de un elemento y lo generalizan a todos los de su grupo categorial, por ejemplo, dicen: “allo” (caballo) para nombrar varios animales, o utilizan el sonido u onomatopeya del elemento para nombrarlo, por ejemplo “papú” por auto.


En relación al retraso del habla, suele ocurrir que los niños o niñas se manejan con fonemas o sonidos de adquisición temprana, como los bilabiales: “m” o “p” y las vocales, pero no son capaces de emplear aquellos un poco más complejas, como la “f” por ejemplo, y esta situación se sostiene en el tiempo.


 La Integración Sensorial es el proceso mediante el cual, los individuos registran, organizan y responden a los diferentes estímulos sensoriales que los rodean, produciéndose de esta manera la exploración del entorno, el aprendizaje y adquisición de nuevas habilidades. Considera la presencia de 7 sistemas sensoriales (olfativo, gustativo, visual, auditivo, táctil, vestibular y propioceptivo), poniendo énfasis en los sistemas sensoriales relacionados más directamente con el propio cuerpo: táctil, propioceptivo y vestibular, los cuales, serán la base para la adquisición de habilidades, organización de la conducta, aprendizaje y desarrollo de emociones presentes en el niño o niña. 


La disfunción sensorio integrativa se debe a una inadecuada organización de la información dentro del Sistema Nervioso Central (SNC), el cual, no logra captar y estructurar adecuadamente información sobre sí mismo y su relación con el entorno, afectando el comportamiento del niño o niña y la adquisición de habilidades que le permiten una adecuada interacción con el medio.


Habitualmente, al existir una disfunción sensorio integrativa, se observan conductas desajustadas frente al estímulo, las cuales, pueden resultar excesivas, pareciendo interferir significativamente al niño o niña, o disminuidas, pareciendo no notar su presencia.


Ejemplo: 


Defensividad táctil, donde producto de una hiper respuesta a la información (mayor sensibilidad de los receptores cutáneos a estímulos) el niño o niña muestra conductas de evitación o mayor irritabilidad frente a estos estímulos (variadas texturas, contacto con otras personas, etc.) y frecuentemente aparecen dificultades en sus actividades cotidianas de aseo, vestuario, alimentación, dificultad en su desarrollo motriz, inestabilidad emocional y mayor rigidez frente a experiencias novedosas.


- Rechazo o evitación frente a ciertas texturas: arena, masa, témperas, pegamentos. 

- Signos de rechazo frente al contacto inesperado con otras personas.

- Signos de ansiedad frente a actividades de la vida diaria como: peinado, lavado de cara, lavado de dientes, corte de uñas.

- Rigidez frente al cambio de actividades o rutinas.

- Temor o evitación de experiencias novedosas.



Hipo responsivo vestibular, donde el niño parece encontrarse en una búsqueda constante de experiencias de movimiento de alta intensidad, mostrándose más inquieto, con bajos niveles de atención y permanencia en las actividades que realiza, pudiendo mostrarse incluso riesgoso en su juego espontáneo. 



Hablamos de Dispraxia cuando a partir de una disfunción Sensorio Integrativa de base, el niño o niña presenta dificultades para idear, planificar y/o ejecutar una acción novedosa, es decir, no logra coordinar lo solicitado con el acto motor correspondiente, apareciendo como más “torpe” o menos eficiente en sus acciones y movimientos, demostrando una coordinación por debajo de lo esperado a su edad, con movimientos imprecisos o enlentecidos. En términos prácticos, presenta dificultad en tareas como: adquirir nuevos aprendizajes (escribir, atar los cordones de sus zapatos, coreografías y bailes, andar en bicicleta, etc.), organizar materiales, trasladar varios elementos a la vez, copiar construcciones, crear dibujos, etc.  


Lo anterior, afecta de manera significativa sus actividades cotidianas y no encuentra su origen en un trastorno motor ni intelectual. 


Desorden del desarrollo, que afecta principalmente los aspectos comunicativos en el niño o niña, además de la adquisición de habilidades propias de su edad: juego, interacción con pares y desempeño escolar. Se caracteriza por la presencia de: interacción social limitada, problemas con la comunicación verbal y no verbal y actividades e intereses limitados o poco usuales.


Dentro de los signos más claros presentes en este trastorno, se encuentran: 

- Juego imaginativo y social ausente o limitado. Tiende a utilizar juguetes de forma inadecuada como golpearlos, alinearlos, clasificarlos, etc.

- Habilidad limitada para relacionarse con otros niños o niñas de su edad. 

- Habilidad limitada para iniciar o mantener una conversación con otros. Mira poco a los ojos, utiliza el lenguaje de forma descontextualizada. 

- Uso del lenguaje estereotipado, repetitivo o no habitual. Su habla es poco comprensible, aparece la repetición de palabras o sonidos (ecolalia) y fenómenos de inversión prenominal (utilización de “tú” en vez de “yo”).

- Patrones de intereses restringidos que son anormales en intensidad y foco (presencia de conductas autoestimulatorias como golpearse, mecerse, tocar ciertas texturas, etc.).

- Aparente falta de flexibilidad y apego a rutinas específicas o ritos. 

- Atención focalizada en partes de objetos.


Se refiere a la dificultad que presentan algunos niños y niñas para adquirir y usar el lenguaje, originado por deficiencias en la comprensión y/o producción de éste.  


Existiría en ellos:

- Un repertorio léxico reducido de grupos de elementos de uso común, como: animales, partes del cuerpo, entre otros. El establecimiento de relaciones entre elementos de grupos categoriales, también suele verse descendido, por ejemplo, al pedirle que diga dónde viven los animales, no sabe qué responder, incluso dándole opciones: en el campo, en el mar o en la ciudad.


- Emisión de estructuras gramaticales limitadas o incorrectas, es decir, el orden de los elementos dentro de la oración, los nexos o palabras de unión empleados, el género (femenino/masculino) y número (singular/plural) de las palabras, es inadecuado. 


- Desarrollo deficiente del discurso, es decir, su relato de: sucesos ocurridos durante el día, conversaciones, descripciones, tiene pobre desarrollo o no es eficiente. Es perceptible este compromiso, por ejemplo, en niños o niñas a los que se les pregunta qué hicieron durante el día en la casa o el jardín y sólo son capaces de enumerar una o más acciones. Habitualmente su capacidad de usar vocabulario y conectar frases se encuentra afectada.


Cuando las deficiencias son en la comprensión, frecuentemente los niños o niñas presentan dificultades para entender oraciones del tipo: preguntas, órdenes y/o para encontrar elementos solicitados, por no manejar los conceptos. Suelen verse afectados los distintos niveles del lenguaje. Un ejemplo se presenta en un niño o niña de 3 años, que no responde adecuadamente a órdenes simples como: ¡deja el vaso arriba de la mesa!, o no entiende preguntas básicas, del tipo: ¿cómo te llamas? Habiendo descartado origen auditivo de su dificultad.


Cuando se encuentra alterada tanto la expresión como la comprensión del lenguaje, el niño o niña no logra comunicarse adecuadamente con el entorno, ni comprender correctamente la información que se le proporciona. Lo anterior, puede desencadenar dificultades en el manejo conductual, porque el niño o niña al no poder satisfacer todas sus necesidades, comienza a frustrarse, efectuar pataletas, etc. 



Trastorno Fonológico


Se caracteriza por una alteración en el orden y combinación de sonidos dentro de las palabras, que suele acompañarse de trastornos en los sonidos del habla, apareciendo en el niño o niña un lenguaje poco claro o incomprensible para el entorno. Suelen cambiar la palabra tipo a producir, por una de estructura y metría (largo) más sencilla, por ejemplo, dicen “ato” en vez de “auto” o “edadó” en vez de “regriferador”. Habitualmente presentan también problemas para decodificar las palabras, lo que genera poca precisión o confusión entre los estímulos presentados, como al solicitarle mostrar el dibujo de una “tapa” versus el de una “papa”, o para discriminar sonidos verbales distintos o iguales.



El habla es una función fisico-motora, que permite la producción de sonidos, a través de los cuales el ser humano se comunica. Se compone de la articulación y la fluidez.


La articulación consiste en el posicionamiento correcto de los órganos fonoarticulatorios: labios, dientes, lengua, paladar y velo, que entran en contacto para producir un sonido específico. 


Un niño o niña, sin problemas de habla, va adquiriendo los sonidos de manera gradual, produciendo en primera instancia los fonemas o sonidos anteriores, “m”, “p”  y  “b, habitualmente antes del año de vida, evolucionando hasta ser capaces de producir todos los sonidos del adulto cerca de los 5 o 6 años, siendo el último sonido adquirido la “rr”. 


Los trastornos de los sonidos del habla son la alteración más frecuente en este ámbito y se caracterizan porque el niño o niña no logra articular ciertos fonemas o sonidos a una edad en que se espera que los produzca. Por ejemplo: a los 5 años no logra decir “d” ni “r”, lo que genera dificultades para comprender fácilmente lo que desea expresar. 

 

La fluidez se relaciona con el ritmo y continuidad con que los sonidos del habla deben ser producidos. Una alteración de la fluidez puede relacionarse con cambios en la velocidad del habla, existiendo la taquilalia o aumento en la velocidad, y la bradilalia, o enlentecimiento de ésta. En el farfulleo, además de comprometerse la velocidad del habla, están afectadas la secuencia y el ritmo, producto de cambios de palabras y sílabas. La tartamudez o espasmofemia, afecta la organización temporal del habla, generando repeticiones de sonidos o sílabas, prolongaciones de sonidos, bloqueos, pausas, producción de expresiones en medio de las palabras, entre otros; esta alteración puede estar asociada a dificultades del ámbito lingüístico y, en otros casos, hay un evidente factor emocional que interviene, lo que se advierte porque la espasmofemia se incrementa en situaciones específicas.


Destaca en estos niños o niñas la dificultad en aspectos pragmáticos, es decir, la forma en que se utiliza socialmente el lenguaje, para adecuarse a distintos contextos e interlocutores, seguir las normas de conversación y narración y comprender significados no literales o ambiguos del lenguaje, como, por ejemplo, las metáforas: “el cielo está llorando” al querer decir que está lloviendo. Ellos no muestran conductas repetitivas ni intereses restringidos, lo que los diferenciaría de los Trastornos del Espectro Autista. Adicionalmente, no presentan dificultades en los niveles fonológico, sintáctico ni semántico del lenguaje. 

En el niño o niña con fisura, sin compromiso del paladar blando o velo, no es habitual encontrar dificultades de la voz; ocasionalmente se advierten problemas en el habla como: retraso en la adquisición de algunos sonidos, alteración en el punto articulatorio debido a alteraciones dentales, en la oclusión o mordida, por secuelas quirúrgicas, entre otros. En el caso de niños o niñas en que su fisura compromete el velo del paladar, podemos encontrar en un pequeño porcentaje de los pacientes, alteraciones en la voz, denominadas insuficiencia velofaríngea IVF, que consiste en signos de escape de aire por la nariz o voz nasal, por dificultad en el cierre entre la cavidad oral y nasal, en sonidos en que el aire sólo debiera salir por la boca, por ejemplo: la “p”, que es oral y bilabial, suena como la “m” que es nasal y bilabial. La IVF debe ser evaluada fonoaudiológicamente mediante un protocolo específico, sumado a exámenes complementarios, para establecer si su manejo es únicamente intervención fonoaudiológica o requiere también cirugía.


Por otro lado, los niños o niñas con fisura y compromiso del paladar blando, pueden aprender de manera incorrecta a producir sonidos orales, empleando estructuras cercanas a la fuente de producción de la voz, es decir, la laringe o faringe, fenómeno conocido como articulación compensatoria, sustituyendo, por ejemplo, el sonido “t”, que es oral (se cierra la comunicación entre boca y nariz) y postdental superior, por una “t” efectuada con un acercamiento brusco de las cuerdas vocales (en la laringe) y sin efectuar el movimiento de cierre entre las cavidades oral y nasal. La perpetuación de estos sonidos en el tiempo, va generando una hiperfunción de estructuras que normalmente no participan en ellos, ocasionando en algunos casos patologías laríngeas, con signos como disfonías o ronquera. El manejo de estas articulaciones compensatorias es exclusivamente de índole fonoaudiológico.


La respiración oral puede originarse por una obstrucción en la vía aérea o por hábito, afectando principalmente la toma correcta de aire o inspiración, que normalmente debe ser por la nariz, o sea, una respiración nasal.

La toma de aire por la boca, o mixta (por boca y nariz) puede ser transitoria, por ejemplo, durante un resfrío. El problema ocurre cuando este patrón anómalo se mantiene en el tiempo, ya que conlleva alteraciones en el desarrollo y funcionamiento de las estructuras necesarias para las funciones de: reposo, deglución y para el habla, como labios, lengua, dientes o el paladar, además de una postura de la cabeza y del cuerpo incorrectas. Es fundamental, previo a la evaluación de un niño o niña respirador oral, establecer si existe algún factor anatómico causante, ya que es importante su resolución. Si no se establece una causa, y su origen es únicamente funcional, está en condiciones de recibir ayuda fonoaudiológica.


La deglución atípica corresponde a un patrón diferente al normal, o alterado, habitualmente infantil, que el niño o niña mantiene en el tiempo, más allá de la edad esperada en que debe pasar a una deglución adulta. El patrón infantil es efectuado sin que la lengua contacte el paladar, ya que existe un “elemento” interponiéndose entre ambas estructuras (pezón o chupete), además, se ejerce presión con ambos labios para obtener el alimento; en el adulto debe existir un contacto de la lengua con el paladar, y los labios y dientes se deben cerrar suavemente al deglutir. Lo más habitual es encontrar en niños o niñas, e incluso en adultos, patrones de deglución con interposición lingual entre los dientes o con succión de labios, que perjudican el desarrollo de las estructuras orales, generando alteraciones en la mordida y la musculatura, entre otros. Cuando hay afectación de órganos fonoarticulatorios y el patrón de deglución está alterado se denomina deglución adaptada.

 Así mismo, es muy importante que el patrón de masticación sea alternado, es decir, llevando el alimento de un lado al otro en la cavidad oral; es frecuente encontrar masticación unilateral en personas con alteraciones de la mordida u oclusión. 


Se denominan hábitos orales no saludables a aquellos patrones sostenidos en el tiempo que se realizan de manera inconsciente, y cuya persistencia afecta el desarrollo y funcionamiento de los órganos fonoarticulatorios, por ejemplo, el uso prolongado de chupete o mamadera, succión de dedos, unas, pañales u otros objetos. Habitualmente los hábitos orales no saludables se relacionan con funciones de reposo (postura linguo-labial), respiración, deglución y masticación alterados.

  


Los trastornos emocionales corresponden a alteraciones en la estabilidad emocional del niño o niña, caracterizados frecuentemente por temor, ansiedad, baja tolerancia a la frustración, irritabilidad, dificultad para tolerar la incertidumbre y para esperar la gratificación de los impulsos, labilidad emocional, sentimientos de inadecuación personal y descontento generalizado. Puede acompañarse de sintomatología específica, por ejemplo, enuresis (orinarse), encopresis (defecarse), trastorno del sueño o de la alimentación. Los trastornos emocionales afectan significativamente el desarrollo del niño o la niña en al menos un área de su vida: académica, social o familiar.


Corresponden a modos relacionales que interfieren en los vínculos sociales y familiares y alteran el entorno del niño o niña o el adolescente, pudiendo expresarse como conducta negativista, oposicionista o excesiva timidez y sumisión. Habitualmente se observa dificultad para reconocer a las figuras de autoridad, acatar normas y respetar los límites contextuales. Las alteraciones conductuales suelen acompañarse de dificultad para adaptarse al contexto escolar y social y para lograr una adecuada disposición al aprendizaje.



Dificultad para la adquisición de habilidades propias de su edad en diversos ámbitos, principalmente a nivel de habilidades cognitivas. Su origen habitualmente se encuentra en alteraciones genéticas, prenatales, perinatales o postnatales, que afectan el adecuado desarrollo de las estructuras necesarias para el aprendizaje, requiriendo de apoyos específicos para lograrlo.

Corresponde a un patrón persistente que presentan niños, niñas o adolescentes, de inatención y/o hiperactividad–impulsividad que interfiere con su funcionamiento o desarrollo. 


Se puede presentar como: inatención, hiperactividad–impulsividad o de forma combinada. 


Dentro de las características de la inatención destacan: no presta atención a los detalles o comete errores por descuido, tiene dificultad para mantener la atención, parece no escuchar, tiene dificultad para seguir las instrucciones hasta el final y con la organización, evita o le disgustan las tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido, pierde las cosas, se distrae con facilidad y es olvidadizo/a para las tareas diarias. 


Entre las características del niño o niña hiperactivo-impulsivo se encuentran: mueve o retuerce nerviosamente las manos o los pies o no se puede quedar quieto/a en una silla, tiene dificultad para permanecer sentado/a, corre o se trepa de manera excesiva, dificultad para realizar actividades tranquilamente, actúa como si estuviera motorizado/a, habla en exceso, responde antes de que se haya terminado de formular preguntas, presenta dificultad para esperar o tomar turnos e interrumpe o importuna a los demás. 


En el caso de niños o niñas que presentan el trastorno inatento e hiperactivo–impulsivo combinado, se observan ambas características. 


Estas alteraciones en la atención y concentración, interfieren considerablemente en el proceso de enseñanza y de aprendizaje, puesto que en niños y niñas se evidencian dificultades en la habilidad para organizar y retener información, seguir instrucciones y por sobre todo, una disminución en el desarrollo y uso de sus habilidades cognitivas, mostrando, en ocasiones, resultados inferiores a sus potencialidades. Esta sintomatología se presenta incluso en actividades que son de su mayor interés, por ejemplo, juegos, películas, conversación, etc.  


Las habilidades cognitivas son los procesos que median y nos permiten organizar y comprender la información que nos rodea y están muy relacionadas con el aprendizaje. En este sentido, es que el desarrollo de habilidades cognitivas (memoria, atención, razonamiento lógico, procesamiento de la información, etc.), constituye la base en el aprendizaje y condiciona la forma en que niños y niñas se enfrentan a los diversos desafíos cotidianos y escolares. Si se presentan alteraciones en dichos procesos, el individuo presentará dificultades en el dominio y uso de estrategias cognitivas que le permitan enfrentarse al medio en forma adecuada y con ello, además, adquirir contenidos curriculares en el ámbito escolar. 

Se refiere a una condición específica en la que un niño o niña presenta dificultades para adquirir y aplicar habilidades académicas, por ejemplo, errores en la lectura de palabras o requiere mucho esfuerzo para lograr leer, dificultad para comprender lo que lee, para deletrear o para la expresión escrita. Problemas en cálculo, conceptos o datos numéricos, es decir, comprensión de números y su relación entre ellos y para aplicar conceptos matemáticos y razonar a partir de esto. 




Consiste en el reforzamiento de materias específicas dentro del currículum del niño o niña, incorporando metodologías de estudio, trabajo y aprendizaje, basándose en el desarrollo de habilidades cognitivas eficientes.



Taller de Habilidades Sociales

Programa dirigido a fortalecer la participación efectiva de nuestros niños, niñas y/o adolescentes en diferentes contextos sociales

El Taller de Habilidades Sociales, busca desarrollar en los niños y niñas participantes destrezas comunicativas funcionales, así como respeto por el entorno social. En este sentido, mediante actividades grupales pensadas en cada uno de los participantes y los objetivos que deben trabajar, se generan instancias lúdicas, placenteras y mediadas por las profesionales a cargo, para adquirir y poner en práctica diferentes destrezas sociales. 

El objetivo principal es que los y las participantes logren fortalecer sus procesos de participación en actividades de índole social, promoviendo la vivencia de dinámicas significativas y placenteras, que les permitan aumentar el interés y la valoración por el desempeño de éstas. A partir de lo anterior, el taller espera trabajar aspectos específicos en cada uno de ellos, como lo son el compartir con sus pares, participar en actividades colaborativas, brindar instancias para que resuelvan problemas y enfrentar de forma adaptativa sus errores.  

Taller de Habilidades Sociales